CRISIS EVOLUTIVAS 1ª PARTE

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Las crisis evolutivas son desajustes en torno a diferentes momentos del desarrollo físico que indican que una etapa ha concluido y se inicia otra. Cada etapa física implica también cambios psicológicos y sociales: cambia el status, los comportamientos, valores, intereses y exigencias sociales. Los diferentes periodos evolutivos no tendrían por que suponer un mayor problema que una readaptación vital. Sin embargo pueden constituir un grave problema de inadaptación, de confusión para muchas personas.

  • La adolescencia en nuestra sociedad no es precisamente un periodo fácil. Despegarse de la infancia, asumir los cambios corporales, la sexualidad y las nuevas responsabilidades sociales y familiares, con derechos no bien delimitados o incluso contradictorios, genera no pocos problemas psíquicos y psicopatológicos.
  • Otro tanto puede ocurrir en la segunda mitad de la vida, cuando nos surgen crisis a los 40 años (o los 50), cuando todavía nos sentimos jóvenes de espíritu pero el cuerpo y los acontecimientos nos muestran implacables al paso del tiempo y tomamos conciencia de que nuestra juventud física no volverá.
  • Con la etiqueta de menopausia, ese periodo no reproductivo se asocia a todo un conjunto de valoraciones negativas y despectivas hacia las mujeres. A través de sus cuerpos que han adquirido (ya mucho antes de la menopausia) los cambios fisiológicos propios de ese periodo, se ven marginadas y rechazadas de manera sutil (pero muy destructiva psicológicamente) cuando, por ejemplo, van a comprarse ropa y no existen tallas para ellas. Las tallas que parecen como “normalizadas” corresponden a jóvenes o anoréxicas. Piénsese en las consecuencias que ello tiene la búsqueda de un cuerpo imposible e irreversible y de rechazo al propio cuerpo. Y ese ejemplo es aplicable asimismo a los jóvenes y adolescentes que sobrepasan esas medidas y que persiguiéndolas, caen en una anorexia.

No es lo mismo vivir en una sociedad que valora y da sentido a la continuidad evolutiva, que valora la madurez o la vejez por lo que se rinde un culto desenfrenado e irreal a la eterna juventud o al cuerpo estereotipado. Hagamos lo que hagamos, vamos a parar al mismo sitio: La edad. No podemos escapar de la edad.

En torno a la adolescencia se manifiesta como una búsqueda de ideales que no se encuentran y sentimos impotencia frente a realidades que no nos gustan y eso nos excita y nos aterroriza.

Mientras que en la segunda mitad de la vida sentimos que hemos recorrido gran parte de ese viaje y miramos al pasado críticamente preguntándonos si hemos hecho todo lo que deseábamos hacer, cómo hemos vivido nuestra existencia, si hemos utilizado nuestra energía en hacer lo que quisimos o en lo que nos decían que deberíamos hacer, o tendíamos a complacer a los demás sin escuchar nuestras propias necesidades y evadirnos sin querer enterarnos de nada ni afrontar los problemas, y nos preguntamos qué se ha hecho de las ilusiones que tuvimos en la juventud, si se han realizado y cómo.

Carmen Gonzalez